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28 de marzo de 2023

Autor: Ángel Rivera

En la construcción de una nueva sociedad, la sostenibilidad es una variable segura. No solo desde los sectores más progresistas que anhelamos un cambio del paradigma social hacía un mundo más solidario y justo, sino que los propios defensores del status quo, o al menos una mayoría de ellos,  han comprendido que el modelo de desarrollo implementado por este capitalismo financiero solo nos llevará al suicidio de la Humanidad en algunas décadas.

Por eso cada vez más compañías multinacionales, más gobiernos del mundo van asumiendo la necesidad de una transición hacia un mundo sostenible, límpio. Los problemas ambientales (cambio climático, pérdida de biodiversidad, reducción de espacios naturales y bosques, etc)  necesitan una respuesta y ese proceso hace años que comenzó y aunque no va al ritmo que el Planeta necesita, es indudable que cada vez más agentes sociales, económicos y políticos implementan estas medidas.

El objetivo de la sostenibilidad, por tanto, es un objetivo compartido y solo algunas fuerzas de extrema derecha lo rechazan. Y esa es una de las grandes victorias que tenemos que celebrar. Nuestro papel de denunciantes de las injusticias de la sociedad en nuestro rechazo al Sistema imperante, en muchas ocasiones no nos permite ver los avances que se producen, que desde nuestro enfoque son tan lentos y pequeños que lo vemos imperceptible. Sin embargo desde una óptica histórica, revisando nuestro pasado vemos que la Humanidad progresa al ritmo de los siglos, y no de los lustros o los años como nos empeñamos en exigir. 

Cuando en los años 80 y 90 del siglo pasado, un emergente movimiento ecologista social y político iba apareciendo con cada vez más protagonismo en los medios, las fuerzas dominantes del status quo, es decir las grandes empresas y los partidos políticos que las representan tildaban de ridículas o  utópicas las denuncias y las propuestas alternativas de los ecologistas. Hoy, solo 3 o 4 décadas después los CEO y los consejos de administración de las grandes transnacionales, los gobiernos y parlamentos del mundo dan su voz de alarma y presentan alternativas similares a las que antes calificaban de ridículas o utópicas. El mundo avanza, el cambio es posible. 

Es cierto, que a esas élites les cuesta implementar las medidas, es cierto que el ritmo del sistema económico no es el que necesitamos para limpiar el Planeta, pero también es verdad que los avances conseguidos son enormes. 

Hoy las renovables representan casi un tercio de la potencia eléctrica instalada en el Mundo, y son las fuentes que atraen más inversión que las fósiles y la nuclear, además con mucha diferencia. Por desgracia el cambio de modelo es mucho más lento en el sector del transporte, en el que todavía el coche eléctrico no representa nada más que un ridículo porcentaje, sin embargo su crecimiento anual es casi de progresión geométrica, es decir que desde el año 2011  todos los años casi se multiplica por dos el número de coches eléctricos en circulación. Más lento aún es la conquista por una movilidad sostenible marítima y aérea.

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