El salario máximo podemos definirlo como la retribución máxima legal que puede obtener alguien por su trabajo, ya sea, un ejecutivo empresarial o un representante político. Podría verse como el complemento del salario mínimo por el que el movimiento obrero luchó durante muchos años y terminó logrando su implantación en muchos países.
Cualquier persona que cobre un salario podríamos considerarla como trabajadora, aunque los altos directivos de empresas multinacionales alcanzan retribuciones que se les coloca más en la orilla del capital que en la del trabajo. Además, sus funciones corresponden a la dirección empresarial, y por ello se les considera más como empresarios que como trabajadores, aunque formalmente sean lo segundo. Según un estudio de Bloomberg, el más alto líder de una compañía puede ganar hasta 644 veces más que un empleado promedio. Pero hemos visto que esa ratio es superior en algunas empresas.
En países como España, Suiza, Estados Unidos, Gran Bretaña y Chile diversos grupos han propuesto salarios máximos tanto para empleados de gobierno como para directivos empresariales. En Suiza, en 2013 se realizó un referéndum para aprobar una iniciativa que planteaba que los directivos empresariales no pudieran ganar más de 12 veces el salario mínimo, pero el 65% de los votantes se pronunció en contra de esta medida.
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