
Todos hemos pasado por etapas de nuestra vida en la que hemos sentido un poco de estrés, ya sea por los estudios o el trabajo, o momentos puntuales como evitar un accidente. Cuando el cuerpo percibe ese estrés, libera cortisol a tu flujo de sangre. El cortisol se denomina la hormona del estrés y provoca que suba la tensión arterial y aumenten las pulsaciones de tu corazón. Este tipo de reacción es muy adecuada en momentos de peligro, puesto que pone al cuerpo en alerta ante cualquier amenaza.
Los niveles de cortisol son altos por la mañana y van bajando a lo largo del día. En pequeñas cantidades, ayuda al cuerpo, aumentando el sistema inmune y a regular la tensión arterial o el azúcar en sangre. El peligro viene cuando el nivel de cortisol es muy alto debido al estrés crónico y situaciones de ansiedad que hacen que sea muy difícil bajarlo de manera natural. Es entonces cuando el cortisol se convierte en una especie de “veneno” para el cuerpo.
Un nivel alto provoca dolores de cabeza, fatiga, insomnio, irritabilidad, entre otros síntomas. Lo mejor para evitarlo es intentar tomar las medidas necesarias para controlarlo y que no siga afectando a tu salud. Es importante el descanso, dormir entre 7 y 9 horas al día, comer sano y controlar tu estrés. Pero, ante todo, consulta con tu médico y pídele consejo sobre cómo combatirlo.