
Fuente de la imagen: EcoAvant
Los datos publicados en el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles 2020 son devastadores. Antes de la pandemia, mínimo 2.200 millones de personas en el mundo no tenían acceso a agua potable y 4.200 millones de personas carecían de saneamiento. El mismo informe estima que la escasez de agua podría desplazar a unos 700 millones de personas para el año 2030.
Garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos es uno de los objetivos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible (ODS) establecido por las Naciones Unidas en 2015. Aún nos encontramos muy lejos de conseguir ese objetivo, como se demuestran en las cifras publicadas.
La desigualdad en el acceso al agua y al saneamiento genera desigualdad económica, y viceversa, en un sistema que se retroalimenta. Los más pobres no solo tienen menos acceso al agua, sino que también tienen menos acceso a los centros de decisión sobre la gestión de los recursos. Ello hace que también sean los más vulnerables a los eventos extremos (sequías e inundaciones).
El acceso al agua potable y saneamiento seguros tiene importantes efectos directos, pero también indirectos, en la salud. El agua no tratada es un foco de patógenos y, sin agua, la higiene personal es incompleta o inexistente. El riego y procesado de alimentos con aguas residuales no tratadas es otra causa de transmisión de enfermedades.
Fuente: The Conversation
Enlace: https://theconversation.com/sin-agua-no-hay-desarrollo-sostenible-200963