
Esta primavera venimos sufriendo los estragos de los incendios anticipándose a las fechas propias de mayor riesgo como es el verano. La verdad es que el cambio climático favorece la propagación del fuego y alarga la temporada de incendios pero no es determinante. El calor y la sequía son ingredientes que aumentan las probabilidades de incendio pero es cierto que se dan otra serie de circunstancias para que ocurra la catástrofe como por ejemplo el abandono rural – relacionado con la continuidad de la vegetación (combustible)- y las grandes masas forestales sin una gestión apropiada.
La naturaleza está viéndose amenazada por los megaincendios que se cobran cada año todo un parque natural y son espacios cuya proximidad con zonas urbanas o rurales pone en peligro tanto a especies animales y vegetales como a bienes materiales y vidas humanas.
El estado de nuestros bosques necesita de un mantenimiento y equipamiento de zonas habilitadas para disfrutar de la naturaleza- áreas recreativas- y como medida de prevención vigilar el acceso a dichas áreas en época de riesgo de incendios así como limitar el acceso al monte en las olas de calor o fuerte viento.