La polarización política global está en aumento y ha alcanzado niveles sin precedentes. Este fenómeno se debe a la alineación de diferencias y conflictos sociales, económicos, geográficos e ideológicos, generando una intensa reacción emocional negativa hacia los «otros». La polarización se ha convertido en una herramienta utilizada por las sociedades, reemplazando la política pragmática y la tolerancia por una lucha existencial. Además, las identidades partidistas se han vuelto vehículos para impulsar intereses en conflicto.
Una vez que se ha generado la polarización, se refuerza y retroalimenta a través de incentivos políticos y sociales, amplificados por los medios de comunicación que difunden mensajes polarizadores. Esto tiene como consecuencia un debilitamiento de las instituciones. La polarización se asemeja a una pandemia social, ya que se propaga de manera similar y afecta a gran parte de la población.
Las opiniones públicas están divididas, y los estudios muestran que existe una fuerte asociación entre la valoración de la situación social y económica del país y las preferencias políticas de los líderes. Aquellos que apoyan a líderes de izquierda tienden a evaluar positivamente la situación social y económica, mientras que ocurre lo contrario con los simpatizantes de líderes de derecha. También se observa que aquellos con una ideología más a la derecha tienden a tener una peor valoración de la situación económica y social, mientras que aquellos con una ideología más a la izquierda tienen una mejor valoración.
Es importante destacar que esta polarización partidista también se refleja en la valoración de la situación económica personal, aunque en menor medida. Aunque la situación económica personal suele depender de la situación objetiva, las preferencias políticas influyen en cómo se percibe dicha situación.
