Lanzarote al borde de la ruina
El paso de Filomena y la pandemia del Covid-19. Ningún sector ha salido ileso de las consecuencias provocadas por el virus, devastando bares, hoteles, comercios que tratan de aguantar. Los colegios también están notando los efectos que provoca el virus en el ámbito educativa como, por ejemplo, el confinamiento de grupos completos y los respectivos atrasos en el currículo educativo.
Desde el 22 de enero, la vida en Lanzarote finaliza a las 18.00 horas. Desde ese instante, solo se mantienen abiertos los establecimientos esenciales. Los encuentros de más de dos personas están prohibidos y solo se puede entrar y salir de la isla alegando algún motivo de relevante justificación.
En el nivel 4 de alerta, no se puede sobrepasar el 50% del aforo permitido en terrazas al aire libre y está inhabilitada la actividad en las zonas interiores. El aforo máximo por mesa es de cuatro personas y no se autoriza servir en barra. El cierre de los bares es a las 18.00 horas, pero se puede ofrecer servicio de recogida y entrega a domicilio hasta las 22.00. “Esto es una ruina”, dice Miguel, que lleva un bar del Charco de San Ginés.
Lanzarote está “cansada”. Sus habitantes intentan sobrevivir al día a día, con la visión puesta en un futuro que recupere la rutina de antes, los/as hosteleros/as inciden en que ahora debemos protegernos. Así, las visitas a nuestra familia y los abrazos estarán un poco más cerca.