
La pregunta verídica sería ¿Realmente aún hay personas que piensan que la tecnología es un problema?
La base de prácticamente cualquier suceso, actividad, hecho, etc., de nuestra sociedad reside en la educación y el uso positivo o negativo que queramos hacer. Es cierto que la adolescencia es una etapa compleja y vulnerable de la vida por diferentes causas bien conocidas, necesidades, descubrimientos… Además, es frecuente que en cualquier conversación que se origine escuchemos todo tipo de efecto o consecuencia negativa que un mal uso de las tecnologías puede ocasionar en las personas en general (aunque en esta ocasión el foco esté en los/as jóvenes).
A pesar de lo anterior, un estudio titulado “Influencia de la tecnología de información y comunicación en la vida cotidiana de los adolescentes” realizado en el año 2019 por varios profesores de la Universidad Técnica de Babahoyo (Ecuador), nos muestra la otra cara de la moneda confirmando que las nuevas tecnologías tienen muchas cosas positivas como: mejorar la comunicación, facilitar el proceso de socialización, fácil acceso a la información, nuevas formas de aprendizaje, ocio y entretenimiento, etc. Asimismo, las TIC tienen como fin la mejora de la calidad de vida de las personas dentro de un entorno en el que se integran a un sistema de información interconectado y complementario. Todo esto permite que se puedan romper las barreras que existen en diferentes ámbitos.
Según nos sigue contando el estudio mencionado con anterioridad: Las relaciones “virtuales” no sustituyen a las relaciones “físicas”, sino que ambas coexisten para tratar de satisfacer la necesidad de estar con los iguales que caracteriza a los/as adolescentes.
Las personas jóvenes utilizan las tecnologías de la información y la comunicación para hacer las mismas cosas que se han hecho durante generaciones donde antes no se disponía de estas tecnologías. Un uso correcto y sano siempre va a depender del conocimiento adecuado que se tenga de esto, la educación, los límites y tiempos de uso que nos sigan permitiendo estar conectados y en armonía con lo más importante: el mundo real.