La inmigración es un tema recurrente en los debates políticos en Australia y recientemente ha sido objeto de una intensa discusión en el país.
El primer ministro australiano, Scott Morrison, ha defendido la política de inmigración del gobierno, que se centra en la selección de inmigrantes cualificados y con habilidades específicas que pueden contribuir al crecimiento económico del país. Según Morrison, esta política es fundamental para mantener la prosperidad económica y la cohesión social de Australia.
Sin embargo, la oposición y algunos grupos de la sociedad civil han criticado esta política, argumentando que es discriminatoria y excluyente. Además, han denunciado las condiciones inhumanas a las que están expuestos los inmigrantes que intentan llegar a Australia por mar, especialmente aquellos que buscan refugio.
Recientemente, un grupo de activistas australianos y de otros países inició una campaña para exigir que se permita el acceso a Australia de los refugiados que están detenidos en la isla de Manus, en Papúa Nueva Guinea, y en la isla de Nauru, donde se han reportado casos de violaciones a los derechos humanos.
Este debate sobre la inmigración en Australia está enmarcado en un contexto global de creciente polarización y tensiones en torno al tema migratorio, que ha sido impulsado por el aumento de los flujos migratorios en diferentes regiones del mundo.
