
Desde que nacemos la industria alimentaria se encarga de generar en nosotros una dependencia. Dependientes de una de las mayores drogas del siglo XXI, el azúcar.
Pensemos por un momento en los pasillos de cereales. Llenos de colores, dibujos, un marketing claramente llamativo para niños y niñas. Continuemos pensando en las papillas para bebés. Tienen azúcar. En leche de fórmula para bebés. La mayoría tienen azúcar.
Consumimos azúcar prácticamente desde que nacemos. Se ha demostrado que la adicción es similar a la que sustancias como la heroína, cocaína, alcohol o nicotina pueden provocar.
Además, su elevado y prolongado consumo se asocia al padecimiento de obesidad, diabetes, mellitus tipo 2, síndrome metabólico, hipertensión arterial, enfermedad coronaria isquémica, ciertos tipos de cáncer, bulimia, depresión o ansiedad.
Aún con estos datos es legal su consumo y permitido consumirse a cualquier edad. Asegurando así la industria alimentaria de tener un público adicto a esta sustancia y por lo tanto consumidores permanentes de una cantidad infinita de productos repletos de azúcar que encontramos en cualquier tienda de alimentación.