Durante la última década, la inversión en salud materna y neonatal ha disminuido significativamente. Tanto es así que el progreso para reducir las muertes prematuras de embarazadas se ha estancado. Los países más afectados se encuentran en las regiones del África subsahariana y Asia central. Allí, menos del 60% de las mujeres reciben los controles prenatales recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
Según reportan la Naciones Unidas, una mujer embarazada o un recién nacido muere cada 7 segundos. Es decir, más de 4 millones y medio de mujeres y bebés mueren cada año durante el embarazo, el parto o las primeras semanas después del mismo. La mayoría sucede por causas prevenibles o tratables si se contase con la atención médica adecuada.
Las tasas son inaceptablemente altas en todo el mundo y la pandemia no hizo sino perjudicar la situación a la hora de brindar la atención médica necesaria. Las inversiones en atención primaria son altamente necesarias y donde debería ponerse el foco. Las mujeres y niños, sea del país que sean, merecen unas condiciones sanitarias y unos cuidados médicos adecuados si se quiere garantizar su salud y supervivencia.
