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El feminismo interseccional es una corriente del feminismo que se enfoca en la intersección de las opresiones y desigualdades que experimentan las mujeres debido a su género, raza, clase social, orientación sexual, capacidad física y otros factores.
Esta perspectiva reconoce que las mujeres no experimentan la opresión de manera homogénea y que la lucha contra el sexismo no puede separarse de la lucha contra otros sistemas de opresión. Por lo tanto, el feminismo interseccional busca abordar las múltiples formas de opresión que experimentan las mujeres y promover la igualdad y la justicia social para todas las personas.
El término «interseccionalidad» fue acuñado por la académica negra Kimberlé Crenshaw en los años 80 para describir cómo las experiencias de opresión se entrecruzan y se refuerzan mutuamente en las personas que pertenecen a múltiples grupos marginados.
El feminismo interseccional ha sido criticado por algunos sectores que lo consideran excesivamente centrado en la identidad y la victimización, en detrimento de la unidad y la solidaridad entre mujeres de diferentes orígenes. Sin embargo, muchos otros creen que es esencial para un feminismo verdaderamente inclusivo y efectivo.
El feminismo interseccional también busca incluir las voces de mujeres que a menudo son marginadas en los debates feministas convencionales, incluyendo mujeres negras, indígenas, personas de color, mujeres transgénero, mujeres con discapacidad, mujeres de bajos ingresos y otras mujeres que enfrentan múltiples formas de discriminación. Este enfoque reconoce que la lucha por la igualdad de género debe ser inclusiva y abordar todas las formas de opresión.