
El número de personas que sufre de estrés financiero está aumentando de manera considerable en los últimos tiempos. El aumento de precios, la precariedad de los salarios y en los puestos de trabajo está afectando de formas diferentes.
Este estrés financiero está afectando a la salud, especialmente la salud mental. La preocupación por el futuro, por encontrar trabajo o encontrar uno mejor, está perjudicando y puede tener consecuencias negativas a largo plazo. Muchas de las personas que sufren este estrés acaban desarrollando depresión y ansiedad debido a que tienen dificultades para pagar sus facturas, tener un sitio donde vivir o incluso para alimentar a sus hijos.
Mientras los gobiernos e instituciones no encuentren una solución para ayudar y mejorar la vida de las personas que se encuentran en situaciones más precarias, lo único que puede hacerse es tomar algunas medidas para no sufrir tanto el impacto del estrés financiero. Estas pueden ser, por ejemplo, establecer un presupuesto, reducir costes que no sean estrictamente necesarios o tramitar cuotas de seguro que sean más asequibles.
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