
Para Vox las ONGs se han convertido en colaboradores necesarios de la Mafia han resuelto que las entidades sociales son chiringutos. Los ejemplos de declaraciones totalmente ausentes de rigor, y cargadas de odio, no tienen más explicación que el rechazo de Vox no es exactamente a los extranjeros, es más al pobre, a la persona que peor lo pasa.
De hecho Vox ha reconocido estar financiada por Irán. El Consejo Nacional de la Resistencia en Irán (CNRI), que según el periódico El Mundo son exterroristas, financió a Vox durante la campaña a las europeas de 2014, contraviniendo la Ley de financiación de los partidos. Es curioso como la justicia no ha hecho absolutamente nada para preocuparse por este asunto. En cambio, sí que la Justicia y por supuesto todos los medios de comunicación abrieron decenas de portadas con la financiación supuestamente ilegal de otros partidos, que finalmente resultó que era una burda patraña ilegal del Gobierno del PP en el llamado caso de las cloacas del Estado, lideradas por un ex ministro de Rajoy y Villarejo.
Vox no rechaza la dictadura saudí que condena a las mujeres a la peor posición de la sociedad o tiene a sus ciudadanos en un régimen de terror. Vox realmente padece de aporofobia, es decir, el odio a los pobres. Solo odia a los pobres, sean extrajeros o españoles.
Por tanto, los dardos contra las ONGs es por la defensa que estas hacen de las personas y las causas más desfavorecidas. Vox muestra lo peor de la condición humana: el odio a los extranjeros pobres, a la mujeres feministas, a la izquierda, a los homosexuales, etc.
Las nobles causas que defienden las ONGs son el objeto del odio de estos dirigentes políticos: los inmigrantes pobres, la gente en situación de exclusión, la convivencia pacífica (proponen la tenencia de armas), los animales y su bienestar (les encantan la caza y los toros), los derechos y la igualdad de las mujeres (proponen ignorar la violencia de género), la defensa del medio natural, la lucha contra el cambio climático, los derechos del colectivo LGTBI, etc.
Allá donde han gobernado los amigos de Vox, como en Hungría o en Polonia, la democracia ha empezado a desaparecer, los medios de comunicación son cerrados. De hecho, Vox propone ilegalizar a los partidos que no piensan como ellos y cerrar los medios de comunicación que son críticos contra ellos.
A pesar de encontrar graves casos de corrupción en los dirigentes de Vox como Abascal que se quedó con más de 300 mil euros de dinero público por no haber trabajado nada (según él mismo dice) o de su dirigente Monasterio que estafó y falsificó documentos en el sector de la construcción, o la estafa delictiva de su jefe en Andalucía, etc, a pesar de estos numerosos caso, ni PP ni Ciudadanos ni la mayoría de los medios de comunicación insisten en la la gravedad de estos casos y parecen estar acomplejados, o temerosos.
Todos estos casos, deslegitiman cualquier crítica de Vox. Ellos son la solución promovida por los grandes dirigentes del sector económico y financiero ante el temor de la rebelión de las masas contra el sistema, su estrategia es clara: Se “inventan” un partido antisistema que defiende en la práctica al Sistema.
Autor: Ángel Rivera, historiador