
La abolición de la guerra constituye quizás el desafío más grande y difícil que la humanidad haya enfrentado, y lograrlo y mantenerlo requerirá un gran cambio de mentalidad de la mayoría de la Humanidad. Muchos afirman que sí, que es deseable, quizás somos mayoría. Sin embargo somos minoría los que afirmamos que si se quiere, se puede. Por desgracia la mayoría afirma que es imposible, que es demasiado utópico.
Pero sobre todo, los grandes medios de comunicación mantienen una inexplicable ausencia de noticias y debate sobre esta importante cuestión. El silencio ha sido la regla de actuación.
Frente al escenario actual de general claudicación en la lucha pacifista para la abolición de las guerras y las armas que matan seres humanos, algunos hemos decidido utilizar las “razones del derecho” para denunciar la situación de locura bélica internacional, que sea capaz de hacer frente a los retos de la globalización y que detenga de una vez por todas la locura y el sin sentido de la guerra.
La guerra es inmoral en sus raíces, porque viola el principio mismo de lo que significa ser un ser humano. La guerra en sí no es una fuerza progresiva, sino reaccionaria, que sirve principalmente para reforzar una mentalidad humana con ausencia de empatía.
Y sabemos que es extraordinariamente difícil que logremos detener este sinsentido que unos seres humanos asesinen a otros seres humanos que ni siquiera porque algunos que se dicen jefes se lo ordenan.
Un acuerdo universal legalmente vinculante para abolir la guerra funcionará de manera más importante como el signo de un punto de inflexión moral en la historia humana. Sería una señal para toda la humanidad que el respeto y la empatía por los demás, y la voluntad de reconciliar sus necesidades con las propias, constituyen la base más sólida en cualquier situación para resolver diferencias y lograr una colaboración constructiva.
A muchos les puede sonar utópico, pero la primera regla para lograr algo es que a una persona le parezca que el reto es deseable y además posible. Y que esa persona logre convencer a su semejante de que podríamos conseguirlo. Y que progresivamente esta idea se extienda. Al final lo utópico, lo imposible también se logra. Y lo imposible se hará posible.
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