El viejo sector eléctrico se niega a desaparecer
Las grandes corporaciones del sector energético mantienen mayoritariamente sus inversiones en los combustibles fósiles por lo que no han sido proclives a la transición ecológica, que ya reconocen en sus discursos como necesaria, aunque durante años promovieron las tesis negacionistas del Cambio Climático a pesar de tener evidencias de su existencia. Han frenado y siguen haciéndolo las necesarias reformas para el cambio de modelo energético.
Todas estas empresas han necesitado de sus gobiernos para que se mantengan los subsidios a los combustibles fósiles, para que inviertan millones en esas guerras del petróleo para conseguir nuevos espacios en el que seguir extrayendo combustibles fósiles, para evitar las regulaciones medioambientales que recortan sus beneficios, para apropiarse de los recursos naturales de los países que gobiernan.
En muchos Estados las empresas eléctricas mantienen en régimen de oligopolio o monopolio el enorme negocio de la producción, distribución y venta de energía eléctrica a la totalidad de las viviendas y empresas, una clientela garantizada, que en algunos casos como en España se intenta simular la existencia de un mercado con otras empresas competidoras, pero que en la práctica no deja de ser un semimonopolio del servicio de electricidad, garantizándose unos clientes que les dejarán grandes beneficios.
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