
El Ingreso Mínimo Vital (IMV) es una medida tomada por el gobierno actual para facilitar la cohesión social de las familias que se encuentran en riesgo de pobreza. Los últimos datos ofrecidos por la Seguridad Social nos muestran cómo esta prestación sólo ha llegado al 27,1% de las solicitudes que han sido tramitadas.
Desde el gobierno hablan de cómo está siendo difícil poder llegar a todas las personas, por lo que buscan nuevas formas para alcanzar a las personas más vulnerables. Es por ello que en la reforma del decreto ley realizada el pasado noviembre se permite a las ONGs ser mediadoras, facilitando así la inscripción.
A pesar de ello, las noticias que se tienen sobre las solicitudes del IMV no son las más halagüeñas. Se deniegan tres de cada cuatro solicitudes, lo que está haciendo que muchas personas no las soliciten porque consideran que no se las van a aceptar.
Debemos de tener claro que, el Ingreso Mínimo Vital la función que tiene es la de ayudar a las personas que se encuentran en riesgo de exclusión social, y que en ningún momento es una “paguita” para que las personas que no encuentran trabajo dejen de buscarlo. Simplemente es una solución a un problema que está afectando a una parte importante de nuestra sociedad y que pretende que se mejore la situación de riesgo de pobreza en la que estas personas se encuentran.