
Desde que saltase la noticia, los medios de comunicación se han hecho eco de un aluvión de críticas contra la editorial británica que se encarga de la reescritura de la obra del autor Roald Dahl. La censura editorial pretende conectar con una sociedad hipersensible.
¿Cómo afecta a su producción libraria? Pues como si se tratara de una «paranoia» los libros han comenzado a hablar y para evitar o preservar la salud mental de los lectores la primera palabra en ser foco de la corrección es «gordo» . A continuación le toca el turno a la obra Matilda cuya incisión se centra en el papel de la mujer en la literatura, la sanción correctiva pretende corregir la misoginia. La protagonista ya no leerá a Joseph Conrad sino a Jane Austen y ahora Charlie y la Fábrica de Chocolate, los «hoompa loompas» no serán «pequeños hombres» sino personas pequeñas. La industria del entretenimiento como Netflix controla una adaptación de la obra para ser llevada a la pantalla de la plataforma. Muchas son las voces en contra de la censura como la de personalidades de la Casa Real Británica por ejemplo Camilla.
Finalmente el mercado no ha dado luz verde a las modificaciones y la editorial en nuestro país continuará publicando la obra original.