
Estos días han saltado las alarmas entre los trabajadores de Corea del Sur al conocerse que el gobierno trata de aprobar una reforma de la semana laboral. De las 52 horas actuales, el gobierno quiere permitir que los trabajadores trabajen hasta 69 horas a la semana. La ley aún tiene que ser aprobada por la Asamblea Nacional, donde los partidos opuestos al presidente Yoon Suk Yeol tienen la mayoría.
Aun así, las protestas entre los trabajadores no se han hecho esperar, lo que ha hecho que el gobierno haya empezado a plantearse si seguir adelante con la medida o no. El principal motivo de queja entre los protestantes, en su mayoría jóvenes, es la dificultad que traería la semana laboral de 69 horas para el equilibrio entre trabajo y vida personal.
Esta medida del gobierno trae a colación las bajas tasas de natalidad del país. Con el aumento de horas de trabajo a la semana, es imposible que los jóvenes puedan equilibrar su vida personal con sus obligaciones laborales, sino que imposibilita aún más a aquellos que quieren tener hijos tener tiempo para su crianza. En un país con ambiente laboral ya bastante duro, esta reforma no haría sino complicar aún más la vida de los trabajadores.
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